2. Rio Aconcagua
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Solo en agosto pasado hubo un 70% de déficit en relación con el promedio de los últimos 21 años, lo que pone en riesgo el abastecimiento hídrico de la zona.
El invierno de 2021 ha sido uno de los peores en cuanto a nieve para la cordillera de los Andes en la zona central y, en particular, en la zona que comprende la cuenca del río Aconcagua, en la Región de Valparaíso. Un análisis de los últimos 21 años, realizado por la U. de Playa Ancha, muestra una fuerte disminución anual de la cobertura de nieve en la zona: según el registro, solo en agosto pasado hubo un déficit del 70% respecto al promedio del período analizado.

‘Hay años con tintes de recuperación y otros bastante bajos, como 2019. Erróneamente pensábamos que eran nieves permanentes, pero con la crisis climática, estas se derriten y hemos observado que la curva de cantidad de nieve ha ido en franco descenso; cada año que pasa hay una menor superficie cubierta’, advierte Carlos Romero, director de la carrera de Geografía de la universidad y quien lidera el Observatorio Satelital de Nieves, un proyecto financiado por Fondef que comenzó hace un año.

Su objetivo es la generación de una base de datos sobre nieves de la cordillera de los Andes (www.observatorionieves.cl), en la que participan investigadores de las facultades de Ciencias Naturales y Exactas y de Ingeniería de la Upla.

Satélites y drones

Para ello recurren al análisis de imágenes satelitales obtenidas desde diferentes satélites de la NASA y la Agencia Espacial Europea (ESA), como Landsat y Sentinel, así como de Terra y Aqua, que forman el sensor Modis. Este último es un instrumento que, desde el año 2000, toma imágenes diarias de la superficie del planeta. ‘Así obtuvimos más de 7.000 imágenes con las que construimos una base de datos y los primeros gráficos de cómo se ha comportado la nieve en toda la cuenca’, explica Romero.

‘Nuestra área de estudio corresponde a la sección media-superior de la cuenca del río Aconcagua que cubre una superficie de 4.708 km2’, precisa.

En forma complementaria, han recogido información en terreno con drones, ‘casi en las mismas fechas y horas en que pasa el sensor satelital, para corroborar la información’.

Y los resultados no son alentadores, sobre todo considerando los impactos que esto genera. ‘La cordillera funciona como un almacenamiento de agua natural; pero cada vez hay menos precipitaciones sólidas y las temperaturas más altas hacen que la poca nieve existente se derrita más rápido. Esto genera que haya poca oferta hídrica para la demanda de una de las zonas más pobladas de la región (como el Gran Valparaíso y las zonas agrícolas en Los Andes, San Felipe y Quillota, por ejemplo)’, dice.

Lo anterior, agrega el geógrafo, tiene efectos también en el ecosistema. ‘Menos nieve en la cordillera significa que los glaciares no se alimentan, que la cordillera no almacena la suficiente cantidad de agua para las cada vez mayores exigencias hídricas en todo ámbito, como son los procesos naturales, el consumo humano, la actividad agrícola y la actividad minera’.

De allí que esperan que esta información —el proyecto continúa por un año más— sirva para la toma de decisiones y acciones de gestión, tanto a nivel local como de autoridades regionales y a nivel central. ‘Esto es reflejo de lo que ocurre en otras zonas del país’, dice Romero. Por ello, ya planean hacer análisis similares en otras cuencas ubicadas entre las regiones de Coquimbo y el Maule.

‘Los datos son contundentes respecto del daño que hemos creado a la naturaleza; creo que hoy el desafío es eminentemente ético. Es hora de que nos pongamos de acuerdo como sociedad sobre qué es lo que queremos dejarles a las próximas generaciones’, puntualiza.

Fuente: El Mercurio

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