
Tras una jornada marcada por fuertes tensiones y acusaciones cruzadas, este viernes Donald Trump y Elon Musk moderaron el tono de su enfrentamiento, aunque aun sin señales de reconciliación o disculpas mutuas.
Todo comenzó el jueves, cuando el CEO de Tesla y SpaceX criticó duramente el nuevo proyecto de presupuesto impulsado por Trump, calificándolo como desproporcionado y dañino para la economía. La respuesta del presidente fue inmediata: expresó su decepción con Musk y amenazó con cortar todos los contratos gubernamentales que sus empresas mantienen con el Estado.
La tensión escaló aún más cuando Musk, en un gesto provocador, insinuó que Trump podría estar vinculado a los archivos del caso Jeffrey Epstein, relacionados con tráfico de menores.
Este viernes, sin embargo, ambos protagonistas bajaron el perfil del conflicto. Un portavoz de la Casa Blanca afirmó que el presidente “no está interesado en hablar con Elon Musk”, mientras que el propio Trump declaró a CNN: “Ni siquiera estoy pensando en Elon. Él tiene un problema, el pobre tiene un problema”.
Musk evitó referirse directamente a Trump, pero mantuvo su postura crítica frente al millonario plan republicano de impuestos y gastos, una pieza clave en la agenda interna del mandatario estadounidense.
Rusia se suma con ironía
Desde Moscú no tardaron en aprovechar el conflicto para bromear con la situación. Dmitry Medvedev, ex presidente ruso y actual alto funcionario del Consejo de Seguridad, escribió en redes sociales: “Estamos listos para facilitar la conclusión de un acuerdo de paz entre D y E por una tarifa razonable y aceptar acciones de Starlink como pago. ¡No peleen, chicos!”.
Por su parte, el diputado Dmitri Nóvikov fue más lejos y sugirió que Rusia podría concederle asilo político a Musk, si llegara a necesitarlo.
Todo esto ocurre mientras Steve Bannon, ex estratega de Trump, exige una investigación sobre el estatus migratorio del empresario de origen sudafricano, alegando que “es un inmigrante ilegal” y que debería ser deportado.
Aunque la tensión se ha reducido públicamente, el conflicto entre el líder republicano y el magnate tecnológico promete seguir dando que hablar.