Columna Cristián Allendes, presidente de la SNA
Cada día los agricultores del país y sus colaboradores trabajamos para llevar los alimentos a la mesa de las personas, superando con trabajo constante y 24/7 las dificultades que se nos presentan, tanto climáticas como de mercado, mano de obra, etc. Dirigir un ministerio como el de Agricultura debiera ser para el Estado de máxima prioridad y de seguridad ya que es la primera necesidad que tiene todo ser humano y animales, por lo que debe estar a la altura con profesionales que conozca n íntegramente el rubro. Por eso, con entusiasmo el pasado 21 de enero recibimos el nombramiento del ministro, Esteban Valenzuela. Un hombre conocedor del sector, que viene de una zona de tradiciones muy importante para el rubro, como lo es O’Higgins, y que confiamos que mantendrá y pondrá profesionales al servicio del sector.
A partir del 11 de marzo, los desafíos son varios. En este sentido, creemos que la principal prioridad del ministro será enfrentar la sequía, que se ha ex tendido cada vez más hacia el sur y ya lleva más de doce años incrementándose. Para hacerse cargo de este problema, deberá actuar rápido y tomar los diagnósticos y propuestas que han realizado los diferentes organismos y entidades. La sustentabilidad hídrica solo la obtendremos con un trabajo público-privado. Deberá ser fuerte en su postura sobre las propuestas de inversión en infraestructura para riego agrícola y humano ya que desde hace años vienen postergándose pensando que el próximo año lloverá y en los gobiernos pasados ha sido baja la inversión en estas obras. Hay que incluir en estas propuestas la desalación de forma urgente, como también obras de mediana envergadura que son mucho más rápidas de hacer e implementar.
Sin agua no hay agricultura, sin agricultura no hay alimentos y sin alimentos la gente se muere. Por ello, en el corto plazo, debemos seguir avanzando en tecnificación y control del uso del agua. En tanto, las autoridades, además, deben agilizar las normativas para llevar a cabo obras como la construcción y mejoramiento de embalses medianos, la recarga artificial de acuíferos, la investigación y explotación sostenible de napas subterráneas, la desalación e, incluso, el trasvasije de agua.
Un segundo desafío es la crisis migratoria que se vive en el país. Los migrantes son una pieza clave para el funcionamiento del agro. En este contexto, se deben establecer mecanismos de fácil aplicación para que los extranjeros puedan venir y también salir del país. Se deben aplicar las exigencias nacionales, pero con flexibilidad y operatividad; este tema de globalidad de trabajo ya existe en muchas partes del mundo, como Europa, EE.UU., Asia, etc.
Otro ítem clave para el agro son las exportaciones, fundamentales para la economía nacional y regional. Tenemos todo para convertir a la agricultura en potencia agroexportadora y ser el segundo sector exportador después de la minería. Para apoyar esta causa, esperamos que la autoridad agrícola sea un férreo defensor delos tratados de libre comercio, en especial la aprobación del TPP-11 y los existentes. Sin la agricultura agroexportadora la gente de la ruralidad. pueblos, villorrios y ciudades serían muy castigada y bajaría su estándar de vida, que por muchos años ha ido mejorando, en lo que sería un retroceso económico y social de gran magnitud. Esperamos mucho en ese sentido y una fiel defensa al buen sistema actual, que sí
puede tener mejoras en algunos aspectos.
No menos desafiante es lo que está ocurriendo en la Convención Constitucional.
Hemos visto cómo en la comisión de Medio Ambiente se está analizando y aprobando una agricultura sin agricultores, luego de que se aprobara que sólo los agricultores artesanales y los pertenecientes a pueblos originarios serán los actores esenciales de la producción de alimentos en el país. La mayoría de las semillas “ancestrales” fueron incorporadas a Chile por migrantes, partiendo por los españoles hace más de 500 años. Desde esa época se ha ido mejorando en calidad y productividad. Queremos que las ideologías queden atrás y se establezca una Constitución de todos y para todos.
Un quinto desafío en el que debemos trabajar en conjunto es en garantizar el respeto de las tradiciones y costumbres del mundo rural, campesino y agrícola. Pese a que más del 70% de las comunas de nuestro país son rurales, el campo chileno se ha ido despoblando, a medida que sus habitantes emigran a centros urbanos en busca de mejores oportunidades, que normalmente son más por acceso a cosas, que económicas y sociales.
La insuficiencia de políticas públicas ha sido determinante en este desplazamiento, sumado a la precaria conectividad que existe en las zonas rurales; la ausencia de servicios básicos como farmacias, hospitales o bancos; y los largos desplazamientos que deben realizar los habitantes de estos sectores para acceder. Por eso, apuntamos a que el Estado vele por la tradición y cultura del mundo rural, así como también fomente el desarrollo y conectividad de sus habitantes en todo el territorio nacional.
A su vez, hay problemas que han surgido de forma coyuntural, como la escasez de trabajadores producto de la pandemia. Poco a poco hemos logrado sortear este desafío y tener una temporada de cosecha en condiciones relativamente normales. Gracias a ello, somos optimistas de lograr una buena recuperación del empleo a finales del primer trimestre de 2022, pero habrá que hacer campañas para que el trabajador chileno retorne al campo y que los incentivos vengan desde el lado del empleo y no de los bonos. En ese sentido, el apoyo del ministro Valenzuela en los próximos meses será fundamental, tal como lo fue el de la actual ministra María Emilia Undurraga, junto a quien lanzamos la iniciativa “Súmate al Agro” en octubre pasado.
La agricultura chilena tiene un enorme potencial de expansión y queremos que sea uno de los motores de desarrollo del país. Por ello, para enfrentar estos grandes desafíos será fundamental el trabajo público-privado, por lo que estamos a disposición del ministro, Esteban Valenzuela, para trabajar juntos en lo que viene.
Revista Mundoagro