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agro1Por el crecimiento demográfico, en 2030 habrá que producir 1.000 millones de toneladas más al año que en el 2015.

En 2030, la demanda global de alimentos habrá aumentado un 50%, la de energía un 45% y la de agua un 30%, según un informe publicado por el Panel de Alto Nivel sobre Sostenibilidad Global, designado por la ONU. ¿Por qué? Por el aumento de la población mundial. Diversos estudios de FAO, OCDE, IICA, entre otros, que hablan sobre las proyecciones de la producción agroalimentaria global en los próximos años (algunos arrancan en 2004 o 2011 con actualizaciones que los ratifican) coinciden en algo: la población mundial pasó a casi 7.300 millones en 2015, llegará a 8.400 en el 2030 y saltará a la friolera de más de 9.000 millones en 2050. El mundo tiene que prepararse para producir 1.000 millones de toneladas de cereales y oleaginosas más al año (en especial, si se tiene en cuenta que, según FAO, un tercio de la producción mundial se desperdicia o termina en la basura).

A su vez, para FAO, estos logros exigirán una inversión de US$9,7 billones hasta 2050. Sólo en Asia, se necesitan US$5,5 billones que generarán un aumento de 77% en los rendimientos por hectárea. De sumarse los 1.000 millones de habitantes que hoy están subalimentados, se espera que estos índices trepen aún más.

FAO prevé a futuro algo que ya se está observando como tendencia: una baja en la demanda de granos para alimentación y una suba en la demanda de proteina. La contribución de los primeros en los países en desarrollo en el 2030 habrá caído de 56% a 46%, y la de las carnes, lácteos y aceites vegetales aumentaría de 20% a 29%. El consumo de carne, por ejemplo, crecería hasta 470 millones de toneladas por año. Por consiguiente, la soja también trepará y su producción alcanzaría a 515 millones de toneladas (contra 317 millones actuales, según USDA). FAO sostiene que en las próximas cuatro décadas se requerirá producir más alimentos que en los últimos 10.000 años juntos.

Todo esto se sostiene sobre la base de la “transición dietaria” que ya se observa en el mundo, algo que se profundizará al 2030. El eje de este cambio es el vuelco del consumo en Asia, y en primer lugar en China, de los granos a las carnes (blancas y rojas), de las proteínas vegetales a las animales (cárnicas), por mayor valor adquisitivo de la población. Esto implica ajustes de la producción, ya que la demanda es la que determina la oferta. Es claro, en los próximos 10/20 años, el eje de la producción mundial de alimentos se moverá a la elaboración de proteínas cárnicas, más sofisticadas, alimentos preparados, con marca y marketing. Para FAO, “el futuro consumo per cápita de oleaginosas aumentará con mayor rapidez que el de cereales. Estos cultivos representarán 45 de cada 100 calorías adicionales sumadas a las dietas medias de los países en desarrollo entre hoy y 2030”.

Para The Economist, la urbanización creciente es otro de los factores que está detrás del incremento de la demanda mundial de alimentos. “En 2030, 300 millones de campesinos chinos pasan del campo a las ciudades, y hay estadísticas que marcan que el consumo de carne roja per cápita en los centros urbanos es 40% superior al de las zonas rurales; el de pescado 3 veces más alto; y el de huevos y carnes blancas es 2 veces y media mayor”, según OCDE. También se indica que 60% de la población mundial será urbana en 2030, y la diferencia _5.000 millones futuros contra 3.400 millones actuales_ provocará un incremento en gran escala del consumo de carnes, frutas, vegetales y alimentos procesados. “El eje de este fenómeno demográfico ocurre en Asia, donde la población urbana pasa de 42% a 53% en 20 años (+618 millones de personas)”, según FAO.

“Además, aparecen nuevos actores de la mano de la sofisticación en el consumo, como por ejemplo los demandantes europeos de productos gourmet y la magnitud del mercado de alimentos para mascotas, donde se estima que en 2025 este sector requerirá el consumo de unos 300 millones de toneladas de granos”, sostiene Victor Piñeyro, del Consejo Profesional de Ingeniería Agronómica (CPIA).

¿Y dónde se va a producir más para alimentar a tantas bocas? El Banco Mundial estima que todavía “hay unos 500 millones de hectáreas de tierra fértil no utilizada para la producción agrícola, mientras que el área actual bajo cultivo es de 1.500 millones. Están concentradas en sólo dos regiones: América del Sur (Brasil, la Argentina, Paraguay, el Oriente boliviano y Colombia) y Africa (desde Sudán a Mozambique)”. Además, la mejora en los rendimientos de los cultivos, el incremento de la frecuencia de cosechas (mediante riego y fertilización) y el cómo lograr más carne por hectárea resultarán clave.

“Los grandes reservorios de recursos naturales están en Sudamérica, especialmente en Brasil y Argentina, donde aún hay márgenes para crecer en superficie cultivada en forma sustentable y existen los recursos de agua dulce más importantes del mundo. Argentina es el cuarto país en hectáreas cultivadas por habitante, pero el segundo en hectáreas potenciales a cultivar por habitante”, afirma Piñeyro.

Claro que hay quienes advierten sobre el peligro extremo de seguir sumando hectáreas a la producción a cualquier costo. “Los actuales patrones de consumo, fundamentalmente en Occidente, no son sostenibles y es hora de cambiar la dirección de la economía”, advierten diversas organización, desde Greenpeace a WWF. El actual modelo económico, “nos está empujando en forma inexorable hacia los límites de los recursos naturales y los sistemas ecológicos que hacen posible la vida a nivel planetario”, señalan en el Panel de Alto Nivel sobre Sostenibilidad Global y en diversos foros científicos. El desafío no es sólo aumentar la producción, sino hacerlo en un mundo que experimenta el cambio climático _la temperatura global aumentará 2ºC en cuatro décadas_, sumado a una competencia cada vez mayor por la tierra, el agua y la energía, sostienen en la ONU.

Fuente: Clarín

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