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carneovinaChina es “el gran dinamizador” del comercio internacional de carne ovina, con una tasa de crecimiento anual de sus importaciones de 11,5 %, muy por encima de los demás, dijo Nils Beaumond, integrante de GIRA Francia, durante el Seminario Internacional de Producción Ovina organizado por el Secretariado Uruguayo de la Lana (SUL) en el marco de los festejos por sus 50 años.

Aunque este país representa “una oportunidad para los exportadores”, el especialista francés dijo que se trata de “un mercado volátil”, por lo que dio a entender que implica riesgos depender de las ventas a este destino.

El consumo de carne ovina en China alcanza 3,3 kilos por habitante por año y es 6 % del consumo total de carnes, proporción que es relativamente elevada en comparación con la del resto del mundo. Quienes demandan el producto importado son consumidores principalmente urbanos de alto poder adquisitivo.

Beaumond esbozó un panorama desafiante para los exportadores de carne ovina, con algunas regiones del mundo en donde su consumo tiende a caer, caso de Europa, donde la mayor parte de sus demandantes son gente de edad avanzada. Los menores de 35 años compran solo 10 % de la carne ovina que se vende. “Hay un riesgo de que la carne ovina desaparezca de muchas tiendas”, dijo el especialista.

Medio Oriente y el Norte de África (MENA) es la otra región del mundo en donde es firme la demanda por carne ovina, fundamentalmente por la tradición de su consumo por parte de musulmanes. El consumo promedio anual es de 3,2 kilos por habitante, pero llega a 6,5 kilos en la península arábica. “En muchos países es la carne preferida”, aseguró.

Australia y Nueva Zelanda son el origen de 90 % de lo que se comercializa internacionalmente de carne ovina. A pesar de que el stock ovino se redujo 60 % en Australia y 50 % en Nueva Zelanda en los últimos 25 años, la producción de carne ha logrado sostenerse. En Australia debido a un mayor foco carnicero en desmedro de la orientación lanera y en Nueva Zelanda por un aumento de la productividad.

Los argumentos de estos descensos están por el lado del cambio climático, que ha determinado una sucesión de sequías en Australia, y por la competencia de otras producciones en Nueva Zelanda, fundamentalmente la lechería y la forestación.

Fuente: Agromercados

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