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Junto a un equipo de la U. de la Frontera, una investigadora creó un proyecto para convertir esta especie en una importante fuente de ingresos para pequeños agricultores de la zona. El grupo creó un recetario de productos, instaló una sala de procesos y los capacitó con tecnología.
Con una ceremonia celebrada en un centro social de la localidad de Llanquén, comuna de Lonquimay, en la región de La Araucanía, un grupo de científicos de la Universidad de la Frontera (UFRO) y campesinos de la zona festejaron a inicios de este año el cierre de un proyecto que busca mejorar la vida de estos agricultores.

Se trata de un trabajo de más de cuatro años liderado por la académica del departamento de ingeniería química de la UFRO y doctora en ciencias de alimentos, María Cristina Diez, que tenía el siguiente objetivo: revivir y valorizar el fruto del lleuque (Prumnopitys andina), también llamado ‘uva de la cordillera’, a partir de la agricultura familiar campesina en el área.

‘Esta es una especie chilena nativa que por años ha sido ha sido parte importante de la renta de estas personas, que la recolectan y la procesan usando técnicas artesanales para hacer preparaciones, pero casi nadie en Chile la conoce, aunque ha estado siempre ahí. Por eso consideramos que era importante valorizar este fruto, hacer que ese patrimonio se conozca en el país’, dice Diez.

Con la baya del lleuque se pueden preparar mermeladas e incluso harina, productos que se podrían comercializar en varias localidades de Chile. Por eso, cuenta Diez, junto a su equipo vieron la posibilidad de crear un proyecto para ayudar a la comunidad campesina a aprovechar ese gran potencial.

Así, el grupo trabajó en la valorización de esta especie a distintos niveles. Con aportes del Fondo para la Innovación Agraria (FIA) y el apoyo de la municipalidad de Lonquimay, los investigadores instalaron y equiparon una sala de procesos para la elaboración de productos a partir del fruto del lleuque.

También crearon un manual sobre la propagación de esta planta y otro sobre el procesamiento de su fruto, además de un recetario. Sumado a ello, desarrollaron un mapa sobre la ruta de la especie, el cual contiene los principales puntos donde se puede encontrar.

Mejores prácticas

‘Una parte clave de todo esto fue la capacitación tecnológica, porque sabemos que, a pesar del gran potencial que tiene el fruto, los campesinos requerían apoyo científico para mejorar sus buenas prácticas de manufactura y darle un valor agregado a sus productos’, cuenta Diez.

Y continúa: ‘En el caso del mapa con la ruta, informamos dónde están los bosques, dónde se puede encontrar y esto lo convertimos en una gigantografía que se va a distribuir en la comuna, pensando en que allí llegan muchos turistas y esta es una forma de despertar interés por la especie y su fruto’.

Andrés Moreira-Muñoz, doctor en ciencias naturales y académico de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, explica que desde el 2013 al lleuque se le considera una especie vulnerable, ya que sus poblaciones se encuentran sometidas a distintas amenazas, como incendios y sustitución de bosque nativo por plantaciones forestales.

‘En este sentido, considero que este manual acerca de la propagación y además la utilización de los frutos de esta especie emblemática de la cordillera andina surge como una iniciativa realmente importante’, opina Moreira-Muñoz, quien también es past president de la Sociedad de Botánica de Chile.

‘Además, sabemos que de las 468 especies vegetales que se encuentran en categoría de vulnerable o en peligro crítico de amenaza en Chile, hay muy pocas que cuentan con planes concretos de reproducción, propagación y uso responsable’, añade el especialista sobre el valor de la iniciativa.

Por otro lado, agrega, el que los locatarios tengan conocimiento científico sobre el procesamiento del lleuque es de interés, pensando en que se puede conservar este alimento para los días de invierno.

El equipo de investigadores UFRO destaca que la ejecución de este proyecto significó un gran logro, tanto para ellos como para los beneficiarios de la iniciativa, demostrando el impacto de la vinculación y aporte desde la academia hacia las comunidades regionales.

‘Para los vecinos de Lonquimay la recolección de este fruto es algo ancestral, porque llevan muchos años conviviendo con él. Lo que esperamos es que nuestro aporte científico y tecnológico les permita darle un valor comercial que tenga un impacto en la comunidad’, puntualiza Diez.

Recuadro

Alrededor de 1.600 millones de personas en el mundo dependen de los bosques para su sustento, incluidas 70 millones de personas indígenas.
Fuente: El Mercurio

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