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Cuatro comunas de La Araucanía ya han sido beneficiadas por la innovación del Centro Tecnológico Territorio Mayor, que trabaja interviniendo el suelo con diversas medidas que permiten hacer recargas de hasta 500 metros cúbicos. Ahora, los científicos buscan replicar la experiencia en diversas comunas de la Región Metropolitana. Uno de los beneficios, adelantan, sería el abastecimiento casi total para la mantención de áreas verdes.

“En La Araucanía, la obra que menos recupera es 100 metros cúbicos de agua y la que más recupera lo hace en 500 metros cúbicos. Podría no ser mucho, pero que en dos recargas se recuperen 500 metros cúbicos de agua para un lugar que no tiene nada, es muchísimo”.

Así cuantifica la Dra. Érika Álvarez, directora del Centro Tecnológico Territorio Mayor, el aporte de su metodología que permite, a partir de conocer el tipo de geología e hidrogeología, y el tipo y cobertura de suelo, saber lo que se pierde y se recarga de agua en un lugar y definir qué tipo de soluciones se necesitan.

“Las soluciones actuales, basadas en la naturaleza, disponen vegetación que permite ahorrar agua. Nosotros disponemos vegetación y además infraestructura que ahorra y recarga agua en forma eficiente”, explica la académica, quien agrega que con su propuesta se puede calcular cuántos metros cúbicos de agua se aporta y cuánto se ahorra.

“Nuestra innovación es que no solo hacemos ahorro, hacemos recarga con un sistema eficiente, de bajo costo e interconectado”, dice.

Es que ella y su equipo ya han trabajado en las comunas de Padre Las Casas, Nueva Imperial, Teodoro Schmidt y Purén, en La Araucanía, implementando diversas medidas que, en su conjunto, permiten recuperar el agua, recargando acuíferos y asegurando una mayor disponibilidad del recurso. Estas van desde pozos de infiltración, reemplazo de especies vegetales por variedades con menor consumo y jardines de lluvia hasta sistemas integrados de regulación de agua.

“Existen dos tipos de acuíferos, el acuífero libre, que es el que va entre la partícula de aire, de arena y ahí se pone una de agua, y el confinado, que es el que está almacenado debajo de capas antiguas de erupciones. A este último no llegamos. Nosotros lo que hacemos en el acuífero libre es generar las condiciones para que haya una mayor porosidad y poder juntar más agua”, explica Álvarez.

Para ello es necesario entender cómo se comporta el suelo y cómo funciona la hidrogeología. “Obras como embalses no sirven, ya que es muy alta la temperatura atmosférica y del suelo, y es muy rápida la tasa de evaporación, entonces necesitamos soluciones más pequeñas, pero mejor distribuidas, y nosotros lo que hacemos es distribuirlas por microcuencas, que son los puntos por donde circula el agua, para generar un sistema eficiente, de bajo costo e interconectado”, agrega.

Solución urbana

Ahora el equipo de la Universidad Mayor busca replicar la experiencia de La Araucanía en la Región Metropolitana, la más poblada del país y con una situación crítica de disponibilidad del recurso hídrico.

“Queremos decirle a los alcaldes que hoy tienen una oportunidad y hay experiencias probadas para poder producir agua en sus comunas, a través de distintas acciones que sean estructuradas en circuitos verdes”, afirma la directora del Centro Territorio Mayor, quien comenta que uno de los grandes beneficios urbanos de este método sería la nula mantención de áreas verdes, ya que no se requeriría riego o habría una reducción significativa en el uso de agua.

La académica añade que la ciudadanía también puede ser parte de la solución desde sus hogares: “Con el manejo de plantas y raíces podemos generar una estructura de suelo con suficiente porosidad, para que cuando se disponga de agua, baje por la raíz y se vaya almacenando. Eso genera que haya disponibilidad de agua superficial y que a largo plazo no tengamos que regar”, dice.

Para Álvarez la clave está en que las comunas puedan articularse, integrando sus áreas verdes y bandejones, a través de las microcuencas, en donde especies vegetales que se adapten a la falta de agua permitan mantener una humedad alta y mejorar las condiciones del suelo.

“Santiago tienen un gran número de áreas en donde vemos que año tras año se aposa el agua, y ahí podríamos tener estructuras captadoras en los bordes de las calles, permitiendo que este recurso vaya directamente al acuífero libre y se integre por subcuenca. Entonces la aprovecharían y no la perderían”, concluye diciendo.

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