
Pamela Leiva no se guarda nada. A casi dos décadas de haberse sometido a una cirugía bariátrica, la comediante y panelista de TVN se sinceró sobre los altos y bajos de su proceso. Lejos del mito del “camino fácil”, la humorista reveló las crudas verdades que ha debido enfrentar tras esta drástica decisión.
“La cirugía bariátrica me cambió la vida. Fue el comienzo de una etapa nueva”, confesó en el programa El Medio Día. Pero también aclaró: “Lo que uno hace es mutilar parte de su cuerpo. No es un atajo, es una gran responsabilidad”.
Con brutal honestidad, Pamela explicó que aún convive con secuelas como reflujos constantes, riesgo de anemia y la necesidad de inyectarse vitaminas, especialmente la B12. “Siempre estoy al borde de la desnutrición”, reveló.
Y si bien su salud física mejoró radicalmente—superó resistencia a la insulina y ovario poliquístico con los primeros 20 kilos menos—el daño emocional fue algo que también tuvo que enfrentar. “Crecí siendo gordita con un montón de trancas por eso”, recordó, abriendo su corazón sobre el doloroso bullying y rechazo que vivió desde pequeña.
“Siempre era la que no era elegida. Si algún niño me sacaba a bailar, duraba una canción y se iba al baño”, contó entre recuerdos que aún duelen.
Hoy, Pamela sigue enfrentando miradas ajenas y comentarios sobre su cuerpo. “Me dicen que estoy igual que antes o más gorda”, lamentó. Pero ella sabe lo que vivió: “Llegar a una obesidad mórbida fue perder el control de mi vida”, sentenció con fuerza.
Más que una operación, fue una reconstrucción completa de su historia.