AFP PHOTO / JAVIER SORIANO
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El ejecutivo socialista español aprobó este viernes un decreto para exhumar al dictador Francisco Franco del mausoleo donde reposa cerca de Madrid, una decisión que suscita una fuerte crispación política en una España que no acaba de digerir su pasado.

Para ejecutar la medida, a la que se oponen la familia del dictador y la oposición conservadora, el gobierno de Pedro Sánchez optó por un decreto ley, que en el mes de septiembre deberá ser aprobado en la cámara baja del Parlamento. Los socialistas son claramente minoritarios, aunque cuentan con alcanzar la mayoría con el apoyo de la izquierda radical de Podemos y los nacionalistas vascos y catalanes.

La exhumación de los restos que reposan en el Valle de los Caídos, un imponente conjunto monumental a unos 50 km de Madrid, tendrá lugar previsiblemente “a final de año”, explicó a la prensa la vicepresidenta del gobierno, Carmen Calvo.

“No podemos perder ni un solo instante”, enfatizó la vicepresidenta, cargando contra la “tumba de Estado” de que goza el dictador. Y añadió que”no hay ni una sola democracia” comparable “que haya sostenido una situación como la que hemos sostenido más de 40 años”.

Una vez exhumado, la solución lógica sería que el general sea reinhumado en la cripta que la familia tiene en el cementerio de El Pardo, a las afueras de Madrid.

Los descendientes del “generalísimo” siguen oponiéndose a la medida, pero Carmen Calvo explicó que el gobierno está preparado para todas las eventualidades. Por ello, si la familia no indica ningún lugar para la reinhumación o se sigue oponiendo, será el propio ejecutivo “el que decida a qué lugar digno y respetuoso se trasladan los restos mortales de Franco”.

Un mausoleo de proporciones imponentes

Desde el 23 de noviembre de 1975, tres días después de su muerte, el general Franco, vencedor de la Guerra Civil (1936-1939), reposa en el Valle de los Caídos.

El complejo, de grandes proporciones, cuenta con una basílica horadada en una montaña y rematada de una pesada cruz de 150 metros de altura.

El militar gallego que dirigió el país de 1939 a 1975 está enterrado en el altar de la basílica bajo una losa cubierta siempre de flores frescas, al igual que el fundador del partido fascista Falange, José Antonio Primo de Rivera.

Junto a ellos yacen allí los restos de unos 27.000 combatientes franquistas y de unos 10.000 opositores republicanos, motivo por el cual el dictador presentó el Valle como un lugar de “reconciliación”.

Sin embargo, sus detractores lo ven como un insulto a las víctimas de la represión franquista, ya que los cadáveres de los republicanos, sacados de cementerios y fosas comunes, fueron llevados allí sin el consentimiento de sus familias. Y además, el conjunto monumental fue construido por unos 20.000 presos políticos, entre 1940 y 1959.

La derecha, en contra de la exhumación

Pedro Sánchez defendió la iniciativa días después de llegar al poder el 1 de junio, afirmando que un lugar como el Valle de los Caídos sería inimaginable en países como Alemania o Italia.

Su gabinete ha insistido además en que la exhumación fue objeto de una proposición aprobada en el Parlamento en mayo de 2017 sin votos en contra, cuando gobernaba el conservador Partido Popular, ahora en la oposición.

Pero en un país donde la memoria sobre la guerra y la dictadura sigue siendo un asunto envenenado, la medida topa con la hostilidad del PP, que insiste en la necesidad de no reabrir “viejas heridas”.

Los conservadores han hecho ya saber que recurrirán la exhumación ante el Tribunal Constitucional, alegando que les parece abusivo echar mano de un decreto ley tratándose de un tema que “no es urgente”.

A los socialistas “les interesa más abrir las trincheras cerradas y las cicatrices ya cicatrizadas de nuestro peor pasado, en vez de fijarnos en nuestro mejor presente”, dijo el jueves Pablo Casado, líder del PP.

Álvaro Villalobos

© Agence France-Presse

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