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La reina de Inglaterra, el heredero al trono y el segundo en la línea sucesoria se reúnen el lunes con el príncipe Enrique para solventar la crisis provocada por el anuncio de que él y su esposa Meghan quieren abandonar sus funciones reales.

El encuentro, que despierta enorme expectación mediática, tiene lugar en la residencia de la monarca en Sandringham, en el este de Inglaterra.

Es una propiedad privada, no un bien del Estado utilizado por la familia real, y como tal cerrada a los periodistas que aún así se congregaban en las inmediaciones con la esperanza de captar alguna imagen del encuentro familiar.

Isabel II, su hijo Carlos y su nieto mayor Guillermo -padre y hermano de Enrique- mantendrán con el duque de Sussex una conversación que se anuncia tensa y en la que Meghan debería participar por teléfono tras haberse marchado la semana pasada a Canadá donde está con su hijo Archie, de ocho meses.

Aunque llevaban tiempo manifestando sus dificultades para soportar la presión mediática y las imposiciones de sus cargos, la decisión de Enrique, de 35 años y sexto en la línea sucesoria, y Meghan, de 38, una exactriz californiana que dejó su carrera al entrar en la familia real, sacudió al país y conmocionó al clan de los Windsor.

Especialmente porque la pareja, alabada por algunos por su modernidad y frescura y criticada por otros por rebelarse contra las reglas pero querer conservar privilegios y títulos nobiliarios, no avisó a la familia antes de provocar el seísmo.

La monarca, de 93 años, que en su discurso de Navidad había calificado el 2019 como un año “sembrado de escollos”, después de que su tercer hijo, Andrés, fuese apartado de sus obligaciones reales por su amistad con el difunto pederasta estadounidense Jeffrey Epstein, pidió que se encuentren rápidamente “soluciones viables” a esta nueva crisis.

Los duques de Sussex afirmaron querer seguir “apoyando a la reina” -o sea, que podrían representarla en actos oficiales o viajes internacionales- pero salir del sistema oficial de cobertura mediática, dividir su tiempo entre el Reino Unido y Norteamérica y buscar la “independencia financiera” pero conservando su casa en Windsor y la asignación económica del príncipe Carlos.

La pareja registró además la marca “Sussex Royal”, que cubre desde tarjetas postales hasta ropa pasando por consultorías o campañas caritativas.

Agence France-Presse

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