Alberto Fernández
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El presidente de Argentina, Alberto Fernández, hizo una descarnada autocrítica a su gestión, a la espera que su sucesor, Javier Milei, asuma como mandatario mañana domingo. Dentro de su discurso, al mandatario enfatizó que “si algo me reprocho es no haber podido terminar con la grieta que nos separa y nos enfrenta”. 

El aún jefe de Estado emitió la última cadena desde el patio de la Casa Rosada durante la jornada de ayer viernes, en donde hizo un llamado a “recuperar el diálogo” de los políticos “en este particular momento del mundo donde los discursos de odio y la confrontación degradan el debate, deshumanizan la convivencia y espiralizan la violencia y la incertidumbre”. 

“Para cerrar la grieta, no hace falta someter al otro”, señaló, agregando que “no se trata de ver quién impone su relato. Lo que hace falta es caminar junto al otro. Aprender a profundizar los acuerdos y a minimizar las diferencias. Argentina es un maravilloso país del que todas y todos debemos estar orgullosos”. 

“Lo que faltó hacer, lo que nos impidieron hacer, lo que no debimos hacer o lo que debimos haber hecho de otro modo. Sé que en todo tengo responsabilidad“, fue su autocrítica, afirmando que “no estoy aquí para cargar culpas en otros“. 

Pero Fernández mostró su “satisfacción” por su gestión en materia de salud, obras públicas, educación y ciencias.  

Pese a ello, “guardo conmigo el dolor profundo de no haber llegado a mejorar la vida de quienes aún están en la pobreza“. Agregando que no prefiere “el lugar cómodo de esperar el juicio de la historia, que suele ser benévola con los expresidentes porque oculta los claroscuros del presente”. 

Llamado a defender la democracia “cada día” 

“A 40 años de la democracia, defendámosla cada día, como nos enseñaron las Abuelas y las Madres y todos y todas quienes nos marcaron el camino. Hoy más que nunca, más y mejor democracia siempre“, pidió Fernández en su discurso.  

Al mismo tiempo, recordó que “hace exactamente 40 años transitábamos las últimas horas de la más feroz dictadura militar de nuestra historia. Lo hacíamos con esperanza por el futuro, y con el secreto terror de que pudiera volver a repetirse el círculo de autoritarismo y espanto que marcó buena parte de nuestro siglo XX. Lo logramos. Fuimos capaces”. 

A 40 años del inicio del gobierno de Raúl Alfonsín (1983-1989), “cuatro décadas más tarde estaríamos frente al traspaso institucional del Gobierno de una fuerza política a otra de un signo diferente, ambas elegidas por el pueblo”. 

El 10 de diciembre es el símbolo inapelable de un consenso democrático que en cuatro décadas de vigencia sostuvo, aun con dificultades, la convivencia plural y el fortalecimiento de las instituciones republicanas”, enfatizó Fernández. 

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