Joe Biden, presidente de Estados Unidos
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El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha condenado la denegación de un aborto de emergencia a una mujer embarazada en Texas, que se ha visto obligada a viajar a otro estado pese a que había pedido una exención médica debido a que su feto presenta una anomalía fatal.

“Ninguna mujer debería verse obligada a acudir a los tribunales o huir de su estado de origen sólo para recibir la atención sanitaria que necesita. Pero eso es exactamente lo que ocurrió en Texas gracias a los funcionarios electos republicanos, y es sencillamente escandaloso. Esto nunca debería ocurrir en Estados Unidos”, ha declarado.

Biden ha lamentado el “caos legal y médico” en estados como Texas, Kentucky y Arizona y ha recordado que “la salud y la vida de las mujeres están en juego” desde la anulación por parte del Tribunal Supremo del fallo de Roe contra Wade, según reza un comunicado de la Casa Blanca.

“Los funcionarios electos republicanos han impuesto peligrosas prohibiciones del aborto que ponen en peligro la salud de las mujeres, las obligan a viajar fuera del estado para recibir atención y amenazan con criminalizar a los médicos. Su agenda es extrema y está fuera de sintonía con la de la gran mayoría de los estadounidenses”, ha manifestado.

Asimismo, ha insistido en que continuará “luchando”, junto a la vicepresidenta, Kamila Harris, para proteger el acceso a la salud reproductiva a través de la restauración de la medida “para que las mujeres en todos los estados tengan derecho a tomar sus propias decisiones sobre atención médica”.

Estas declaraciones tienen lugar después de que la ciudadana estadounidense Kate Cox, embarazada de 20 semanas, haya tenido que abandonar Texas después de que el Supremo del estado tumbara la decisión de un tribunal inferior tras alegar que su equipo médico no había manifestado “de buena fe” si su estado de salud cumplía los requisitos de la ley para permitir la intervención.

Cox había pedido una exención médica debido a que su feto presenta el llamado “síndrome de Edwards” o trisomía 18, una anomalía fatal en un porcentaje muy elevado de casos. Según sus médicos, era improbable que “el embarazo terminase con un bebé sano” y que cualquier “complicación grave” pondría en peligro su vida y su “fertilidad futura” debido a que ya se había sometido a dos cesáreas.

Las leyes contra el aborto en Texas son las más estrictas del país: está prohibido en prácticamente todos los casos excepto en aquellos donde la vida de la madre corre peligro. En el caso que atañe a la mujer afectada, el síndrome de Edwards que presenta el feto podría causarle daños a su salud y arriesgar futuros embarazos.

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