MARIO DAVILA/AGENCIAUNO
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El arzobispo emérito de Santiago, Francisco Javier Errázuriz, afirmó que no es su función, como miembro del consejo de cardenales, informar al Papa Francisco sobre la situación del obispo Juan Barros y otros problemas de la iglesia católica chilena relacionados con abusos sexuales a menores.

La Tercera publica hoy declaraciones del cardenal Errázuriz, en respuesta a los dichos del sacerdote Felipe Berríos, quien lo sindicó como uno de los responsables de la “falta de información veraz”, a la que se refirió el pontífice en su misiva dirigida a la Conferencia Episcopal de Chile.

“Como era de esperar, surgió la pregunta acerca de los canales de información del Santo Padre. ¿Quiénes debían informarlo de manera completa y veraz? No faltó un sacerdote que mencionó mi nombre entre los responsables, puesto que soy uno de los nueve cardenales que pertenecen al Consejo de Cardenales que nombró el Papa poco después de su elección”, señaló Errázuriz.

Explicó que dicho consejo tiene sólo dos tareas: “La primera consiste en ayudar al Papa Francisco en la reforma de la curia romana como institución; esto es, el conjunto de instancias -en un lenguaje más comprensible, los ministerios y tribunales- que tienen la tarea de ayudar al Papa en el gobierno de la Iglesia. El otro trabajo consiste en entregar nuestro consejo al Papa Francisco en las materias que él nos consulte”.

“Como puede verse, nuestra tarea no consiste en informar al Papa sobre las dificultades, los posibles errores y males que afectan a la Iglesia en todos los países. El Santo Padre cuenta con otros canales para este objetivo, como son las periódicas visitas ad limina, que le hacen los obispos cada cinco años; las nunciaturas apostólicas y los informes sectoriales que le entregan regularmente las congregaciones romanas, es decir, los ministerios de la Iglesia”, agregó Errázuriz en sus declaraciones al diario.

Acerca la carta del Papa, manifestó que le impresionó mucho la sinceridad: “Después de leer el informe de monseñor Scicluna, él reconoce con tristeza y dolor que se equivocó en su juicio sobre los hechos, por estar mal informado, y manifiesta su resolución de tratar estos casos con los obispos chilenos, y tomar todas las medidas que sean necesarias en el corto, mediano y largo plazo, para castigar adecuadamente e impedir que estos casos se repitan”.

La Tercera destaca que el cardenal también se refirió al momento en que comenzaron a conocerse las denuncias en contra del sacerdote Fernando Karadima, cuando Errázuriz se desempeñaba como arzobispo de Santiago.

“Era casi imposible tener una visión realista de lo que ocurría en la asociación de sacerdotes y laicos que inspiraba el padre Karadima. Le cuidaban las espaldas a su inspirador y nunca hablaban mal de él”, aseguró. “Gracias a Dios tres miembros de la misma, Andrés Murillo, el doctor Hamilton y Juan Carlos Cruz, rompieron el silencio”, indicó.

Errázuriz afirmó que tras la denuncia de Cruz consultó al arzobispo Charles Scicluna sobre el caso en Roma. “Me orientó con excelentes consejos, basados en sus conocimientos de casos similares, y así me ayudó a proseguir con rapidez la investigación”.

Uno de los consejos que le entregó Scicluna, sostuvo Errázuriz, fue que “llegarían muchas cartas alabando al acusado. Me propuso que no les diera importancia. De hecho, ni las leí. Lo único importante era que me formara un juicio sobre la credibilidad de las acusaciones”.

Las víctimas de Karadima, sin embargo, han señalado, entre otras críticas al cardenal Errázuriz, que no los consideró ni cursó sus denuncias.

El prelado añadió a La Tercera que luego de que tres víctimas realizaran la denuncia por televisión, otros miembros de la agrupación en torno a Karadima se acercaron a entregarle antecedentes. Le señalaron que “el padre Karadima destruía la confianza que ellos le habían tenido a su obispo, diciendo que yo no tenía vida espiritual, que no rezaba, que no amaba a la Virgen, que era un protestante, un teólogo de la liberación y, finalmente, un demonio. Con esto les impedía que me invitaran a sus parroquias. Sin embargo, nada me dijeron de abusos sexuales”.

Apuntó que “por esos días, se presentaron otros dos denunciantes, que no quisieron que sus denuncias fueran públicas, y un sexto, que declaró haber sido abusado sexualmente siendo menor de edad. En virtud de esta denuncia, la competencia pasó a Roma, con toda la documentación. Al enviarla, pedí que se levantara la prescripción de los delitos, de manera que fueran juzgados conforme a la verdad y la justicia. Poco tiempo después llegó la sentencia que condenaba al padre Karadima”.

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