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Uno de los principios de la economía circular es que los recursos nunca se agotan, ya que se construyen circuitos para rescatar el valor de los materiales (activos), mantenerlos en el sistema y así reducir la extracción de materiales vírgenes. Se evita la generación de residuos como los GEI, se agrega valor económico, social y ambiental y se construyen sistemas más eficientes, regenerativos y sustentables en el largo plazo.

En el reciente estudio de economía circular (EC) en el sector agroalimentario de ODEPA, realizado por la UC Davis Chile, se identificaron las principales iniciativas del sector, que sumaron un total de 230. La mayoría de las medidas adoptadas estaban alineadas con el principio de maximizar la utilidad de los materiales en todo momento, y un 16% corresponde al subsector frutícola, del cual gran parte de las iniciativas son financiadas por fondos privados.

Cómo el packaging puede darle valor agregado a los productos agrícolas

Sin embargo, solo 21 iniciativas están relacionadas al packaging en la etapa de la cadena de distribución y consumo, lo que evidencia un desafío y gran oportunidad de avanzar hacia nuevos materiales, envases y embalajes con foco en cero residuo, que sean reutilizados en el mismo proceso, tanto de forma activa, compostable o reciclable. Para esto es necesario el aprovechamiento óptimo de los recursos y maximizar la utilidad de materiales en todo momento. Algo muy importante es que, con nuevas tecnologías el ecodiseño permita el desarrollo de envases, embalajes y otros materiales.

Este estudio señala que los actores consultados “reconocen que la transición hacia la EC debe ir acompañada por una oferta competitiva de envases y embalajes, así como de materiales que permitan promover la circularidad de estos insumos. En este sentido, los actores de los sectores frutícola, cerealero y vitivinícola, plantean trabajar en conjunto con los proveedores de insumos, para orientar los esfuerzos de desarrollo en relación con las expectativas de la industria y las nuevas exigencias regulatorias. Esto implica la adopción de nuevas tecnologías y el ecodiseño de nuevas líneas de productos, apuntando al desarrollo de envases reutilizables, biodegradables, comestibles y de diseños especiales.

Además, destacan la oportunidad de aprovechar nuevas tecnologías para valorizar los residuos y subproductos agrícolas y agroindustriales para la fabricación de nuevos envases con materiales biodegradables. La disponibilidad de alternativas competitivas al plástico por envases compostables, permitirían beneficios por la incorporación de materia orgánica en los suelos y una disminución de la huella de carbono y energía por el traslado de plásticos hacia los centros de acopio y el posterior procesamiento y reciclaje de estos productos”.

APL: UN BUEN AVANCE

Un avance claro (y muy esperado) es la suscripción de un grupo de empresas lideradas por el Centro de Envases y Embalajes de Chile (CENEM) a su segundo Acuerdo de Producción Limpia (APL) “Envases y Embalajes, transitando hacia la economía circular” con el fin de incorporar herramientas de ecodiseño y huella de carbono, mejoras en la gestión sustentable en el sector de envases y embalajes y su cadena de valor, para avanzar en la implementación de los principios de economía circular.

Cómo el packaging puede darle valor agregado a los productos agrícolas

Mariana Soto, Gerente General de CENEM, declaró en la publicación de este nuevo acuerdo que “este segundo APL es el reflejo del compromiso de la industria por avanzar hacia una economía circular, por lo que invitamos a las empresas del sector de envases y embalajes y su cadena de valor a sumarse a este trabajo conjunto, que además es una herramienta altamente efectiva de trabajo colaborativo, de unidad y acercamiento del sector público y privado. Estamos convencidos de que será un nuevo APL con alta convocatoria y logros positivos para el sector y para nuestros socios, ya que es parte de uno de los pilares estratégicos de la corporación como es la sustentabilidad”.

AVANCES Y LIMITANTES

Por lo tanto, una de las claves para avanzar hacia una adecuada gestión de residuos, que permita consolidar grandes volúmenes, como plásticos, envases y embalajes, es la asociatividad de las empresas, que permita justificar el retiro y el flete de los materiales para el acopio. Así, entre toda la industria de embalaje y procesamiento, se lograría el desafío de disminuir la acumulación de desechos y explotación de los recursos naturales.

No obstante, es importante avanzar en forma más efectiva en todos los niveles desde el central hasta el personal. Según Asipla (Asociación de Industriales del plástico), en Chile se recicla apenas el 8% del plástico, y sólo el 17% de ello proviene de los hogares. Los avances se topan con carencias en todos los puntos de los actores que intervienen, entre ellos:

  • Desde la administración central: Falta de regulaciones claras y definiciones de lo que se quiere lograr a nivel país, para que las empresas puedan definir qué tipo de material usar que converse con las regulaciones de los materiales permitidos y las vías de reciclaje que se definan.
    En este mismo nivel de responsabilidad está la coordinación de la educación para el reciclaje y seguir avanzando en la adopción y transformarlo en parte de la cultura en Chile. Ya está la idea y son muchos los esfuerzos que se están haciendo, pero falta. Que se recicle sólo el 8% del plástico en Chile es un claro indicador que debería movilizarnos para trazar una meta más ambiciosa, del 20-30% al 2025.
  • Desde las empresas de productos: La ley REP suena ambiciosa, pero se requiere un esfuerzo mayor para constatar en el día a día que efectivamente la responsabilidad del productor se extiende hasta el final, porque el esfuerzo debe ser mayor a nivel de los diseñadores de envases, para facilitar el reciclado y separado de materiales que componen el embalaje de un producto. Los esfuerzos de reciclaje que se hacen a nivel de hogar se truncan por la mezcla de materiales difíciles de separar, utilización de pegamentos que contaminan los materiales y terminan con todos ellos en el vertedero.
    Las empresas que participan en la cadena exportadora deben cumplir con las regulaciones de los países a los que llegan sus productos; sin embargo, aquí la propuesta es aprovechar el momento para transformar el envase en un elemento que realza el valor del alimento más allá que sólo protegerlo y hacerlo transportable. El tipo de material, su diseño y sus vías de reciclaje, pueden hacer la diferencia al momento de la venta.
  • Desde las empresas proveedoras de embalaje: Ya sabemos de los esfuerzos que están haciendo y los productores necesitan de su aporte en la búsqueda de soluciones innovadoras y más amigables con el medio.
  • Desde la cadena de distribución y a nivel personal: De ellos se espera la facilitación del proceso. El esfuerzo debe ser integral. Aumentar la reutilización y participar en la recuperación de los materiales para bajar la incorporación de materiales vírgenes al proceso (Ver esquema).

Nos encontramos en el momento preciso en el cual se deben tomar las medidas adecuadas en el uso eficiente de los recursos naturales para contribuir a una regeneración de ellos y a la salud del medio ambiente y sociedad. Es aquí donde la economía circular es un aporte para lograr la meta. El cambio de consciencia a nivel mundial ha hecho que nuestros mercados estén cada vez más exigentes e informados respecto de cómo se producen los alimentos, el valor que aportan a quienes los consumen, a quienes los produjeron y al medio ambiente y ello incluye a los envases.

Por: Isabel Quiroz, Directora De Iqonsulting y Josefina Hernández, Gerente De Drimys, Gestión Ambiental
Fuente: MundoAgro

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