Tarapacá
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Los 1.300 agricultores de Tarapacá están dictando cátedra en el manejo del agua en medio del desierto más árido del mundo y con pandemia. Así se desprende de esta entrevista con el Seremi Fernando Chiffelle, quien nos explicó cómo avanza la política pública para abastecer el consumo humano de Iquique y Alto Hospicio con agua de mar, en medio de una cultura ambiental que está revalorizado la actividad agrícola.
‘Apasionante’ es un adjetivo que pocos usarían para referir a la agricultura.

Sin embargo, es una palabra del todo exacta cuando se habla de la agricultura que desarrollan los pueblos originarios en las localidades del interior de Tarapacá y que –en medio de un entorno muy adverso– provee del 45% de todos los alimentos que se consumen diariamente en nuestra región.

El dato lo proporciona a El Longino el Seremi de esa cartera, Fernando Chiffelle Ruff, quien es un incansable promotor de la valoración de esta actividad tan noble como básica y que en Tarapacá desarrollan alrededor de 1.300 agricultores locales: ‘Actualmente un 45% de nuestra alimentación en Tarapacá se origina en el trabajo de nuestros agricultores y que trabajan en las quebradas, en la pampa y en los oasis para alimentar a las 300 mil personas que viven solo en Iquique y Alto Hospicio. Esto ha sido más evidente en los dos últimos años porque, durante toda esta pandemia, la agricultura nunca dejó de abastecer a la población’. A Tarapacá se la presenta como una región minera, pesquera, turística y de comercio internacional, pero nunca se asume que somos también agrícola.

¿Qué opina sobre ese fenómeno tan particular?

– Sí, efectivamente eso pasa no solo en Chile y en nuestra región, sino que en todo el mundo a la agricultura se la ve como una actividad secundaria. Pero esas tremendas actividades que menciona no son nada si no existe agricultura ya que la mañana, al mediodía y en la noche todos los seres humanos estamos comiendo alimentos diariamente. De hecho, podemos llegar a Marte, realizar innovaciones tecnológicas espectaculares o inmensos intercambios comerciales, pero si la población no se alimenta simplemente no existe, desaparece. La agricultura ha nacido con la humanidad y morirá con ella.

¿El lado B sería que dependemos en un 55% de otras regiones o países?

– En parte sí, pero estamos trabajando de manera decidida para revertirlo. Con todo, quisiera destacar que, si no contáramos con ese 45% de producción agrícola regional, los precios para los consumidores serían exorbitantes, muy caros, porque dependeríamos de otras fuentes y a valores más altos.

Con nuestra producción podemos, en primer lugar, asegurar la alimentación. En segundo término, generar niveles de precios adecuados y, tres, podemos también establecer una proyección para satisfacer el crecimiento de la población que, tal como dice la FAO, para el 2050 tendremos que estar produciendo un cincuenta por ciento más de alimentos en comparación a lo actual. Y para ello estamos trabajando ahora, en pleno 2021. Me podría decir, ¿qué está haciendo hoy la política pública en esa línea que usted plantea?

– Están en curso una diversidad amplia de iniciativas, todas desplegadas en forma simultánea, con la finalidad de generar más alimentos. Ahora, si lo explicamos de la forma más simple, la agricultura consiste en transformar agua en alimento y Tarapacá se encuentra en una de las zonas desérticas más áridas del mundo. Sin embargo, llevamos objetivamente más de 2.000 años generando agricultura en estas condiciones y durante mucho más tiempo que localidades de la zona central y sur del país. En este momento, nuestra región está transformando el agua en alimento, pero bajo el concepto de optimizar el escaso recurso hídrico y, si antes se concebía la obtención del agua para la agricultura bajo condiciones de inundación donde se pierde el 80% por evaporación, ahora con la misma agua que posee Tarapacá caminamos a producir más alimentos por la introducción de tecnología. Una segunda vía para esa optimización del agua es que estamos en la búsqueda nuevas fuentes hídricas. No me refiero a salir a perforar a la Pampa, sino que -como hacen países avanzados en Agricultura del Desierto- reutilizar el elemento. La segunda gran fuente para proveernos de más agua es la desalinización del agua del mar para regar los cultivos agrícolas.

¿En qué consiste ese proyecto, que entiendo se plantea a largo y mediano acá en Tarapacá?

– Consiste en generar una planta desaladora destinada a cubrir el consumo humano en Alto Hospicio e Iquique, que es la primerísima obligación y función de la provisión de agua. Hoy estamos aportando aproximadamente 1.000 litros por segundo a esta población de 300 mil personas que habitan entre esas dos comunas y, si las proveemos con la tecnología e inversión adecuadas, el agua que proviene de la Pampa del Tamarugal se quedaría en esa provincia y los 1.000 litros por segundos cubrirían 2.000 hectáreas agrícolas. Si en cada una de esas hectáreas tenemos a 5 personas trabajando, tenemos allí para absorber 10.000 puestos o mano de obra a futuro.

Fuente: El Longino

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