Consorcio Del Desierto
Consorcio Del Desierto
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Consorcio del desierto” es una iniciativa liderada por la Corporación del Desarrollo Social del Sector Rural y llevada a cabo por 22 asociados y 60 actores, que ganó un programa de Corfo por $3.350 millones para impulsar, mediante proyectos de tecnologí­a sustentable y trabajo colaborativo, la actividad agrí­cola en Arica y Parinacota, Tarapacá y Antofagasta.
Un sueño de la agricultura del futuro. Así­ lo describe Marcia Echenique, Secretaria General de Codesser (Corporación del Desarrollo Social del Sector Rural), entidad que encabeza el proyecto “Consorcio del desierto”, que pretende impulsar la actividad agrí­cola sustentable en las zonas áridas del norte de Chile, especí­ficamente Arica y Parinacota, Tarapacá y Antofagasta. Ella, junto a su equipo de trabajo, ven esta iniciativa como un proyecto transformador que, de aquí­ a seis años, cambiará la manera en que se desarrolla el rubro en el paí­s, ajustándose al difí­cil contexto actual de sequí­a.
“Hubo una visión de que habí­a una oportunidad. Chile tiene un enorme potencial de producción de alimentos, porque los agricultores que hay son de buen nivel y por lo tanto adoptan tecnologí­as de manera bastante rápida”, explica. Se refiere a lo que deberí­a pasar de aquí­ al año 2050, donde se estima que se va a necesitar el triple de alimentos de los que se producen hoy, en un ambiente muy diferente.
“Hay que comenzar a apoyarse en las tecnologí­as para producir en peores condiciones, porque estamos en una crisis climática que se traduce en menos agua disponible, menos terreno y mucha más población. En ese contexto, la agricultura tradicional, la que conocemos del centro al sur de Chile, que está basada en el recurso hí­drico gestionado como si no hubiese crisis, no va a servir”, agrega Marcia Echenique.
Lo que busca Corfo es que un conjunto de actores públicos y privados del mundo productivo y de la investigación puedan responder a los distintos desafí­os y brechas que tiene la agricultura en zonas áridas. Y la única manera de lograrlo es a través de muchos grandes y pequeños proyectos que conversan entre sí­, todos para potenciar la agricultura desde diferentes flancos. En total son 13 proyectos.
Cada uno de los proyectos pretende repensar la zona a través de distintas soluciones sostenibles que integren, por ejemplo, el uso de energí­as renovables, la validación de nuevos cultivos, suelos y sustratos bajo las condiciones del norte del paí­s y la disponibilidad de recursos hí­dricos, entre otros.
En la iniciativa trabajan 22 asociados y 60 actores en total. Entre ellos, la integran la Universidad Católica del Norte, la Universidad Arturo Prat, la Fundación UC Davis Chile que es el Centro de Innovación en Ciencias de la Vida con foco en los requerimientos del sector agroalimentario de Chile, Fraunhofer Chile Research, una institución de investigación del Programa de Atracción de Centros de Excelencia Internacional de Corfo y Waki Labs SpA, un lugar donde se desarrollan los proveedores de tecnologí­a para la agricultura.
Junto a todos estos actores, se comenzarán a hacer proyectos de adaptación tecnológica, productiva y ambiental para permitir habilitar la actividad agrí­cola. Esto, de la mano con una estrategia para el desarrollo y fortalecimiento de proveedores y capital humano técnico, por ejemplo, para establecer y pilotear nuevas variedades de especies que estén adaptadas, con un paquete tecnológico, para las distintas zonas productivas de la macrozona.
Tecnologí­a de punta
Para hablar en términos más técnicos, ya hay un par de proyectos que ejemplifican los esfuerzos colaborativos que se harán para impulsar la producción en esas zonas tan áridas del paí­s. Uno de ellos es un invernadero inteligente. “Es una iniciativa que no existe hasta ahora, y es tener un invernadero que funcione para las caracterí­sticas del desierto más árido del mundo, de alta tecnologí­a. Este desarrolla, con sensores especiales, un espacio que funcione dependiendo de las condiciones climáticas, de altura y otras aristas”, comenta Echenique.
También existe un proyecto que propone aprovechar el guano en mejora de suelo, a través de un proceso de alta tecnologí­a, mejorando su condición y reciclando desechos de otro rubro. Estos dos esfuerzos son solo una pequeña parte de todo un conglomerado de ideas que aún están aterrizando para llevar a cabo.
La misión es poder, en alguna medida, activar la economí­a circular. Hay proyectos que apuntan directamente al reciclaje. Echenique aclara que es porque la agricultura genera mucho residuo, sobre todo plástico, y el conocido efecto invernadero, por lo que se está haciendo necesario trabajar en plena concordancia con todos los actores en pos de la sustentabilidad.
La idea en general con estas soluciones es, por una parte, darle prioridad al trabajo sustentable, y también incentivar la unión de la zona, llamando a diferentes actores a trabajar por una causa común. “Nos dimos cuenta que habí­an muchas instituciones haciendo cosas en el territorio de estas caracterí­sticas, pero de manera aislada, y este es el esfuerzo de unir esas iniciativas”.
Por su parte, Corfo también tiene claro lo importante que es desarrollar tecnologí­a especí­fica que esté comprometida con el medioambiente. “Chile se encuentra entre los 30 paí­ses de mayor estrés hí­drico, y la sequí­a es unos de los efectos del cambio climático que debemos trabajar con urgencia. Por ello, de cara a la reactivación económica sostenible de nuestro paí­s, desde Corfo apostamos por este programa que invita a empresas, emprendedores, universidades y centros tecnológicos, a trabajar coordinados para potenciar el uso agrí­cola en zonas desérticas”, comenta Pablo Terrazas, Vicepresidente Ejecutivo de Corfo.
Corfo financiará hasta el 60% del costo total del programa, con tope de hasta $2.000 millones (de los $3.500 ocupados para este fin), por un plazo de hasta seis años para ser implementado.
Objetivos centrales
En Codesser piensan en grande. El compromiso con este proyecto apunta a una situación tan transformadora en el norte del paí­s, que eventualmente pudiese cambiar la realidad actual en 180° grados a nivel macro. “Nosotros pensamos que si en la zona norte somos capaces de desarrollar una agricultura bien pensada en el futuro, con la suficiente sofisticación, eso se podrí­a ampliar no solo en las zonas áridas, sino que se podrí­a ampliar para aportar al resto del paí­s e incluso paí­ses vecinos. Ese es el sueño”, declara Marcia Echenique.
Y es una sofisticación en la que están trabajando desde el primer momento. En términos concretos, lo que el programa de Corfo pide al consorcio es que tengan, por ejemplo, 5 nuevas especies cultivadas que estén validadas económicamente y tecnológicamente para poder producir en las complicadas condiciones de Arica y Parinacota, Tarapacá y Antofagasta. Para eso, están en marcha la producción de pilotos de plantaciones para pruebas hasta encontrar la receta magistral que, eventualmente termine en un desarrollo productivo que sea tan interesante que pueda ser de exportación.
Estos objetivos tendrán, en el corto y largo plazo, un impacto que beneficie, en primer lugar, a las personas que están en esos lugares, a la industria de la tecnologí­a, la industria agrí­cola, y a la economí­a del paí­s, fortaleciendo el capital humano de la región a través de la generación de nuevos profesionales con su afiliación a SNA Educa, una institución educacional destinada a potenciar el desarrollo sustentable del paí­s, con énfasis en el sector rural técnico agrí­cola, para finalmente generar empleo.
Marcia Echenique explica que, sobre todas las cosas, el ideal principal es repensar la zona para darle otra vida. “Este lugar es históricamente minero, y este consorcio le da los recursos para poder impulsar y ampliar la agricultura, que sea escalable para cambiarle la cara al territorio de a poco”. Y eso se logrará con tres grandes ejes: solucionar la escasez de los recursos hí­dricos, concretar las nuevas variedades de cultivos para la zona y el rescate de cultivos endémicos.
Al final, el gran desafí­o es hacer un trabajo colaborativo. Un cooperativismo que podrí­a reformular la agricultura como nunca se ha visto antes. Desde Codesser aseguran que “nosotros deberí­amos poder producir en condiciones extremas como Marte y la Antártica, ese es el sueño. No es tan descabellado, solo hay que ponerse de acuerdo”.

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