LEONARDO RUBILAR CHANDIA/ AGENCIAUNO
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El Papa Francisco pidió perdón por los abusos sexuales, de poder y de conciencia al interior de la Iglesia Católica y aseguró que “si un miembro sufre, todos sufren con él”.

“Un crimen que genera hondas heridas de dolor e impotencia; en primer lugar, en las víctimas, pero también en sus familiares y en toda la comunidad, sean creyentes o no creyentes. Mirando hacia el pasado nunca será suficiente lo que se haga para pedir perdón y buscar reparar el daño causado”, expresó el Pontífice.

La misiva asegura que el dolor de las víctimas y sus familias “es también nuestro dolor, por eso urge reafirmar una vez más nuestro compromiso para garantizar la protección de los menores y de los adultos en situación de vulnerabilidad”.

En los últimos días se dio a conocer un informe donde se detalla lo vivido por al menos mil sobrevivientes, víctimas del abuso sexual, de poder y de conciencia en manos de sacerdotes durante aproximadamente setenta años.

Frente a esta situación, el Papa afirma que ha conocido el dolor de muchas de las víctimas y ha constatado que las heridas nunca desaparecen. “El dolor de estas víctimas es un gemido que clama al cielo, que llega al alma y que durante mucho tiempo fue ignorado, callado o silenciado. Pero su grito fue más fuerte que todas las medidas que lo intentaron silenciar”, sentenció.

“Con vergüenza y arrepentimiento, como comunidad eclesial, asumimos que no supimos estar donde teníamos que estar, que no actuamos a tiempo reconociendo la magnitud y la gravedad del daño que se estaba causando en tantas vidas. Hemos descuidado y abandonado a los pequeños”, se lee en la misiva.

“La magnitud y gravedad de los acontecimientos exige asumir este hecho de manera global y comunitaria. Si bien es importante y necesario en todo camino de conversión tomar conocimiento de lo sucedido, esto en sí mismo no basta”, sentenció el Jefe de la Iglesia Católica.

El Papa Francisco asegura que si bien se han demorado en aplicar las acciones y sanciones en estos casos, confía en que ayudarán a garantizar una mayor cultura del cuidado en el presente y en el futuro.

“Es imprescindible que como Iglesia podamos reconocer y condenar con dolor y vergüenza las atrocidades cometidas por personas consagradas, clérigos e incluso por todos aquellos que tenían la misión de velar y cuidar a los más vulnerables. Pidamos perdón por los pecados propios y ajenos”, finalizó.

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