Papa Francisco
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El cardenal alemán Gerhard Ludwig Müller, antiguo prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, afirmó que el Papa Francisco está rodeado por un “círculo mágico” sin preparación teológica que le aconseja en las decisiones.

Al mismo tiempo, criticó la nueva Constitución Apostólica ‘Praedicate Evangelium’, con la que se reestructuró la Curia Romana para cambiar su enfoque hacia la evangelización.

“No se puede guardar silencio sobre los efectos que producen determinadas orientaciones. Muchas de estas opciones han sido sugeridas al Papa por algunos de sus asesores más cercanos. Hay como una especie de círculo mágico gravitando alrededor de Santa Marta formado por personas que, en mi opinión, no están preparadas teológicamente“, señala el purpurado en libro ‘In buona fede’ (Solferino), al que tuvo acceso Europa Press, que será publicado el próximo viernes 27 de enero.

En formato de entrevista respuesta, cuestionado por la periodista vaticanista italiana Franca Giansoldati, del diario romano ‘Il Messaggero’, Müller asegura que “entre los colaboradores” que acompañaron al Papa Francisco en el largo “proceso de elaboración” de la reforma de la Curia Romana “hubo una escasa presencia de teólogos”.

El purpurado, que fue destituido en 2016 por el Papa como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, destaca que si bien “por un lado el Papa trabaja en la arquitectura organizativa para descentralizar las estructuras eclesiásticas, por otro se han centralizado decisiones que normalmente corresponderían a los obispos diocesanos en su poder derivado del sacramento de la ordenación, por tanto de Cristo”.

No obstante, incide en que “no se puede hablar de dictadura”. Para el cardenal alemán, la constitución ‘Praedicate Evangelium’ “nació con un defecto de fábrica, un prejuicio inicial que se abrió paso en el cónclave que eligió al Papa Francisco”. En concreto, se refiere a un supuesto “sentimiento antirromano y al sesgo contra Roma”.

“Desde el principio, los cardenales latinoamericanos insistieron en ello y planearon construir una Iglesia a su imagen, en algunos aspectos incluso un poco parroquial, basada en su visión del mundo. Teorizan sobre la reforma de la curia sin tener en cuenta su papel histórico y simbólico”, crítica.

Asimismo, considera que existe una “tendencia a reformar la Iglesia en sentido protestante”, derivada de “una visión liberal que desprecia la tradición”.

Por otro lado, Müller asegura que su destitución al frente de la Congregación para la Doctrina de la Fe en junio de 2017 después de cinco años en el cargo fue algo totalmente inesperado. “Fue un rayo caído de forma improvisada del cielo“, relata.

Antes de ese cargo, Müller era arzobispo en Ratisbona, donde también enseñó teología en la universidad, publicando unas 40 obras, traducidas a los principales idiomas. Fue Benedicto XVI quien le propuso ocupar su puesto en el antiguo Santo Oficio tras ser elegido Papa tras muerte de Juan Pablo II en 2005.

Además, el cardenal alemán hace referencia a una serie de prelados que trabajaban para la Curia Romana que han sido “despedidos sin justificación y de un día para otro” por Francisco.

“Recuerdo que los defendí e incluso fui a defender su causa a Santa Marta para hacer cambiar de opinión a Francisco, pero fue inútil. Se mantuvo inflexible y no quiso atender a razones. Por desgracia, este ‘modus operandi’ ha causado mucho malestar en el Vaticano en los últimos años”, señala Müller.

Críticas al Papa Francisco por ‘Amoris Laetitia’

Por otro lado, el cardenal alemán considera que el consistorio convocado por el Papa los días 29 y 30 de agosto del año pasado para analizar la nueva constitución llegó tarde. También lamenta que “cualquiera que plantee una crítica constructiva es acusado de hacer oposición, de ser enemigo de Francisco”.

Müller asegura que esto ya ha ocurrido con la publicación de la exhortación apostólica ‘Amoris Laetitia’. “Cualquiera que critique el texto o lo critique en el futuro se contará automáticamente entre los enemigos del Papa. Aunque, obviamente, esto no es cierto”, asegura.

Con todo, a su juicio, uno de los puntos más críticos de la nueva Carta Magna que rige el funcionamiento de la Curia Romana “fue la descabellada elección de no utilizar el nombre congregación” y cambiarlo por dicasterio para nombrar los distintos departamentos de la Santa Sede.

“Las palabras son importantes. Tal vez habría sido útil investigar el origen del nombre congregación, ya que hasta el siglo XVI significaba consistorio pequeño. Eran los consistorios de todos los cardenales. Dicasterio es un mero nombre técnico, tomado del antiguo imperio bizantino, donde existían ministerios estatales. Congregación, en cambio, tiene una raíz teológica. Sínodo es, pues, la palabra griega para el equivalente latino ‘Congregatio'”, aprecia para calificarlo de “incoherente”.

Coto a las misas en latín: “Como una bofetada”

Müller también se suma a las críticas de la decisión de Francisco de poner coto a las misas en latín: “La decisión adoptada por Francisco tuvo consecuencias y efectos negativos. Fue inesperado y para los tradicionalistas fue como recibir una bofetada. La prohibición de esta forma de liturgia cavó zanjas, causó dolor”.

El purpurado se une así a las revelaciones realizadas recientemente por su compatriota y secretario personal de Benedicto XVI, Georg Gasgëin, que revela en su libro ‘Nada más que la verdad, mi vida al lado de Benedicto XVI’ (Piemme), que al papa emérito le provocó “dolor de corazón” que Francisco limitara las misas en latín.

Agencia Uno – Europa Press.

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