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La parroquia San Saturnino reabrió sus puertas a los fieles católicos tras permanecer más de once años cerrada a raíz de los daños que sufrió su estructura en los terremotos de 1985 y 2010. Las campanas de la iglesia ubicada en el emblemático barrio Yungay, específicamente frente a la Plaza del Roto Chileno, volvieron a sonar el mediodía de este domingo.

La ceremonia de entrega de llaves se realizó simbólicamente frente al recinto y fue presidida por el Cardenal Arzobispo de Santiago, monseñor Celestino Aós. La instancia contó con la presencia del gobernador de la Región Metropolitana, Claudio Orrego, la alcaldesa de Santiago, Irací Hassler, el párroco de San Saturnino, padre Álvaro Chordi y los coordinadores del consejo pastoral.

Tras el rito de apertura la procesión ingresó al templo para vivir la eucaristía, cuyos signos plasmaron la identidad comunitaria y multicultural de barrio Yungay.

 

“Cristo nos restaura por dentro”

La eucaristía, que fue transmitida a través de Emol y por las redes sociales del Arzobispado de Santiago, unió a más de 50 mil fieles en línea, quienes fueron testigos de este importante acontecimiento desde sus hogares. En su homilía, monseñor Celestino Aós valoró lo hermoso que es reparar las ruinas exteriores. “Hoy, nos alegramos por lo que está pasando. Que ustedes lo disfruten mirándolo y que lo cuiden con esmero”. Sin embargo, aclaró: “la invitación de mirar por dentro. Jesús mira el interior”.

Más adelante, el Arzobispo subrayó que también la convivencia requiere de reparaciones.  “Las instituciones y las leyes deben adecuarse para el servicio del bien común, para una mejor convivencia”. No obstante, “los corazones ¿Quién los reparará? ¿Quién reparará el interior de los chilenos? Nosotros confiamos en Jesucristo, que es nuestro salvador, quien perdona nuestros pecados y nos restaura por dentro”, expresó.

Monseñor Aós, manifestó que esta parroquia seguirá abierta “para el que todo quiera entre a encontrarse con Jesucristo y que se encuentre con sus hermanos en la fe. Aquí está Jesús, el de la buena esperanza, el de la eucaristía y desde aquí se sale con los ojos abiertos y con las manos dispuestas para proclamar la convivencia social y la vida de los hermanos”.

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