
El agua es un recurso cada vez más escaso y bien lo saben quienes se dedican a la agricultura. En abril pasado, el Gobierno anunció una extensión del plazo y cobertura de las comunas declaradas con emergencia agrícola por déficit hídrico. En total, hoy son 192 las zonas entre las regiones de Atacama y Magallanes que mantienen este estatus hasta una nueva evaluación a fines de septiembre.
Teniendo en cuenta que la agricultura es vital para la producción de alimentos y materias primas, se ha hecho cada vez más necesario implementar innovaciones como los sistemas de riego tecnificados, los cuales permiten optimizar el uso del agua en los cultivos sin desperdiciar recursos, factor clave para enfrentar la actual crisis climática.
Así lo asegura Jairo Trad, CEO y cofundador de Kilimo, empresa climatech que, ante el desafío de la escasez hídrica, impulsa soluciones de adaptación climática para acompañar a empresas a alcanzar sus metas de agua neutralidad. Para ello, Kilimo cuenta con un modelo de negocio que conecta a actores que invierten en seguridad hídrica con agricultores que cuidan el agua en las cuencas más críticas del mundo.
“Sin agua, no tenemos agricultura ni alimentos, por lo que es urgente generar esfuerzos colectivos que aporten desde su fortaleza a la eficiencia del riego en la agricultura. Gracias a los proyectos de conversión a riego tecnificado que hemos implementado en Chile y otros países de la región, hoy es posible implementar sistemas de riego en campos que sin el apoyo conjunto no hubiesen accedido a esta tecnología. Y como la tecnología por sí misma no es suficiente, en Kilimo acompañamos a los agricultores, gerentes agrícolas y encargados del área en buenas prácticas, tecnologías y mejores manejos agrícolas”, explica.
La conversión a riego tecnificado es de especial interés para Chile, ya que según un informe del World Resources Institute, es uno de los 25 países que a nivel global registra un alto nivel de estrés hídrico. Actualmente, un 76% de la superficie del territorio se ve afectada por la sequía, desertificación o suelo degradado.
“El desafío es que ojalá más actores participen para facilitar el camino hacia un futuro agua-positivo. Si contamos con mayor financiamiento de proyectos de conversión de riego, podemos unir en una meta conjunta a organizaciones con objetivos de agua neutralidad, o que buscan ser agua positiva, con agricultores que deseen optimizar el agua en su producción. Sabemos que las empresas están cada vez más preocupadas por sus riesgos hídricos operacionales, por lo que la inversión en soluciones que apoyen la mejora en el uso del agua en la cuenca en la que operan, los acerca a mitigar esos riesgos y el vínculo con las comunidades en la que se encuentran”, acota el ejecutivo.
El gran atributo de la conversión de riego es su impacto exponencial, que va alineado con varios de los Objetivos de Desarrollo Sostenible que promueve la ONU, entre ellos, Agua Limpia y Saneamiento; Acción por el Clima; Industria, Innovación e infraestructura; Producción y consumo responsables; Hambre cero; Trabajo decente y crecimiento económico.
“Debemos ser más estratégicos que nunca con las acciones que emprendamos a la hora de preservar las cuencas hídricas. Aunque depende del lugar, en los países en vías de desarrollo se estima que la agricultura utiliza hasta el 80% del agua. Así que, si queremos gestionar esta crisis y adaptarla al cambio climático, la agricultura es el sector donde definitivamente hay que hacer algo, y la conversión de riego es una muy buena opción para combatir la sequía”, concluye Trad.