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El sábado se emitió un nuevo capítulo de “Socios por el mundo”, en el que Pancho Saavedra y Jorge Zabaleta se organizaron para llegar al Desierto del Sahara y vivieron la icónica hazaña de dormir una noche en el desierto cálido más grande del mundo. Para esto, recorrieron grandes extensiones de terreno, conociendo nuevos lugares, junto con descubrir la cultura de las tribus en África septentrional.

En el espacio de Canal 13 se pudo ver a los socios aún en la ciudad costera de Esauira, con el firme propósito de conocer el Desierto del Sahara. En este lugar se inicia la aventura, que comenzó con el arriendo de una moto rusa, donde Jorge, experto motoquero, convenció a Pancho de subirse en este medio de transporte.

El objetivo de esta hazaña fue recorrer la cadena montañosa Atlas, cordillera que abarca Marruecos, Argelia y Túnez, para luego llegar a Merzouga, donde se encuentran las dunas que dan inicio al Desierto del Sahara.

El espíritu aventurero de Zabaleta llevó a Pancho Saavedra a lanzarse en este recorrido donde conocieron localidades típicas del norte de África. La primera parada fue al caer la noche en Ait Ben Hadu, donde los esperó Mohamed para hospedarlos en su humilde casa de adobe, y descubrir la cultura de los bereberes, una tribu de nómades que habita esta zona. Además, Mohamed los dejó preparados para el frío y el calor del desierto, con llamativos turbantes en sus cabezas.

Pronto, Jorge y Pancho se dieron cuenta que la moto no es el mejor transporte para viajar por estos lugares, debido al calor, al frío y al viento, por lo que decidieron cambiarla por un auto; de esto se encargó Zabaleta, quien consiguió una “renoleta” destartalada, la cual tuvo que ser empujada para partir al próximo destino: Merzouga.

Ya en esta localidad, Pancho Saavedra se contagió con el espíritu aventurero de su compañero de ruta, y para preparar este viaje, dividieron las compras, Pancho se encargó de la comida y Jorge de los implementos para dormir en medio del desierto. Solo faltaba el medio de transporte para llegar a las dunas del Desierto del Sahara, y qué mejor que hacerlo en los animales milenarios de este lugar, los dromedarios, más conocidos como camellos.

Este trayecto de aproximadamente 5 kilómetros finalizó con un Pancho Saavedra completamente acalambrado y que con gran dificultad se bajó del camello. Entre situaciones divertidas, ambos viajeros fueron preparando las cosas para pasar la noche en medio del desierto, y contaron con la ayuda y compañía de Alí, el joven guía que los trasladó en camellos. Alí, pertenece a la tribu de los bereberes nómadas, fue de gran compañía y cooperación para los preparativos antes de dormir.

Llegó la noche y, a la luz de la luna, continuó esta experiencia icónica, donde los dos comunicadores comieron unos sabrosos tallarines junto a Alí. Este momento resultó tal y como se lo imaginaron ambos viajeros, con mucha aventura, momentos memorables y descubriendo nuevas culturas.

Sin embargo, al despertar el día siguiente, se dieron cuenta que ni los camellos ni Alí estaban en el lugar. Desesperados frente a esta situación, hicieron lo imposible por encontrar al joven guía, que no apareció. Ambos caminaron por las arenas del desierto cálido más grande del mundo, con la intención de poder llegar a un lugar que los acogiera. Ya sin agua, y muy cansados, perdieron las esperanzas.

Luego de varios kilómetros caminados, sucedió un milagro. Frente a sus ojos apareció un “jaima”, que son las tiendas de campaña típicas de los pueblos nómades del norte de África; sin embargo este “jaima” era de lujo, pues contaba con baño, ducha y cómodas camas.

Finalmente, Jorge y Pancho pudieron reposar, reponerse y comer a la luz de la luna, muy bien atendidos por los bereberes. Así, ya descansados, podrán organizar la última travesía en Marruecos, que se verá el próximo capítulo.

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