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En el último capítulo emitido de “Aquí somos todos”,  abordaron el tema de las crisis de parejas. Y tuvieron como invitada a la periodista Mariela Sotomayor, quien se sinceró sobre los problemas que ha vivido en su matrimonio con Felipe Salinas, con quien tiene tres hijos.

Nos hemos separado dos veces. Y la segunda separación, que supuestamente iba a ser la definitiva, fue muy dolorosa”, relató la panelista de “Me Late”.

Nosotros no lográbamos tener acuerdos en nada. Llegamos a un punto en que tú peleas por cualquier cosa. Y eso empieza a desgastar la relación día a día. Y es terrible, porque no tienes ningún momento de paz con la persona”, profundizó.

Ante esta confesión, la conductora del espacio, Priscilla Vargas le preguntó: “Y te hace sentido que hay que mejorar la comunicación, hay que volver a pololear, tener un día para ustedes. ¿Es eso lo que les recomendaron? ¿Hicieron terapia?”.

El regreso del amor en tiempos de pandemia

En un principio fuimos a terapia. Pero nos recuperó la pandemia. Y por eso pensaba en la comunicación. Por mi trabajo, estoy todo el día muy llena de cosas”, respondió.

“Nosotros nos separamos dos semanas antes de la pandemia, empezó a pasar el tiempo y le digo ‘no puedo hacer nada si no vienes a acompañarme con los niños, porque aquí no se puede salir’. Yo vivía en el Cajón del Maipo. Y cuando me dice ‘ya, yo voy’, pero en ningún momento fue como para volver. ¿Y qué pasó? Que nos veíamos los dos como amigos en nuestra casa. Pero como yo perdí mi trabajo y perdí todo en un día, no tenía nada qué hacer“, agregó.

“Y todos esos tiempos que no teníamos para conversar y para hablar, para estar en paz, toda esa neura que tenía encima, hizo que nos pudiéramos encontrar y que empezáramos a conversar y hablar de qué fue lo que nos había pasado. Ya incluso pensando que no había vuelta.

Ahora, por esas cosas de la vida, yo tuve vuelta y tuve un tercer hijo. Y creo que lo fundamental es no guardarse nada. Yo a veces pienso que es un defecto mío. Pero no termino de convencerme de eso. Y creo que es una gran virtud”

 “¿Y tú lo dejas hablar en algún minuto a ese hombre?”, preguntó de vuelta Priscilla.

“Sí. ¿Pero sabes qué? Es muy bueno no guardarse nada, porque ahí uno sabe que lo dio todo. Entonces, cuando algo me molesta y siento que las cosas no están bien, no pongo cara de felicidad como que está todo bien”, contestó Mariela.

La comunicación es lo más importante. No acostarse con una pena, porque esa pena se va acumulando y después se transforma en resentimiento”, cerró.

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