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La comisión de Preámbulo de la Convención Constitucional aprobó en general las primeras cinco propuestas de las 12 que fueron sometidas a votación.

De esta manera, los convencionales tendrán hasta el lunes a las 23:59 horas para presentar indicaciones, las que pasarán a una votación en particular. Si se aprueban en la comisión, los textos pasarán a ser expuestos en el Pleno, donde necesitan un quórum de 2/3.

Cabe recordar que la presidenta de la Convención, María Elisa Quinteros, explicó que la comisión de Preámbulo será la encargada de “redactar el texto introductorio de la nueva Constitución”.

Revisa a continuación las propuestas aprobadas:

Autores: Jorge Baradit, Paola Grandón, Malucha Pinto, Loreto Vallejos, Matías Orellana, Beatriz Sánchez, Trinidad Castillo y María José Oyarzún.

Nosotros, los pueblos de Chile, nos entregamos libremente esta nueva Constitución, deliberada y decidida por todas y todos quienes habitan en nuestro territorio en un proceso participativo, abierto y transparente.

La independencia de nuestro país, lograda a partir del 18 de septiembre de 1810, respondió a un contexto histórico excluyente que en aquellos años dejaba fuera de toda posibilidad de participación a mujeres, trabajadores, pueblos originarios y otras comunidades vulneradas.

El siglo XX, fue el campo de lucha donde esos estamentos postergados se desplegaron para exigir libertad, igualdad y justicia social. Los trabajadores fueron perseguidos y masacrados por el mismo estado que debía protegerlos, las mujeres fueron excluidas y violentadas por la misma sociedad que debía acogerlas y los pueblos originarios fueron esquilmados y perseguidos por el mismo estado que debió haberlos respetado e incluido.

La lucha política del gran pueblo de Chile frente a las elites, cerró el siglo con un golpe de fuerza que buscó destruir las luchas sociales e instalar por la violencia un modelo pétreo, que cerrara la discusión y excluyera, a través de distintos mecanismos, la participación de las personas en el dibujo de su propio destino.

Pero el río de la historia siempre sigue su curso y el 18 de octubre de 2019, ese mismo pueblo se reencontró con su lucha histórica en busca de igualdad y justicia social y fueron los mismos estamentos de siempre los que llenaron las calles con sus banderas y cantos de esperanza. Trabajadores, mujeres y pueblos originarios inundaron las avenidas del país exigiendo un destino diferente para sus hijas e hijos. Con sus propias manos abrieron las puertas para que por primera vez en nuestra historia no fueran los pocos sino esos muchos quienes en conjunto, en fraternidad, paridad, democracia y colaboración, iluminados por la dignidad y la solidaridad entre hermanas y hermanos, en amor y concordancia con la naturaleza a la que pertenecemos, decidieran el camino común hacia un mejor futuro para nuestros pueblos en la forma de una vida digna, en justicia, bienestar y libertad para todos y todas, para que nunca más en Chile alguien quede excluido bajo ninguna excusa, menos por la fuerza, de lo que le corresponde por el hecho de haber nacido en esta tierra que es nuestra madre, que nos acoge y a la que pertenecemos“.

Autores: Elisa Loncon, Lidia González, Giovanna Roa, Beatriz Sánchez, Adolfo Millabur, Lisette Vergara, Luis Jimenez, Alvin Saldaña y Rosa Catrileo:

“Aquí estamos los pueblos que convivimos en el Chile plurinacional y que mantenemos y reivindicamos las convicciones y fuerzas de toda la historia que nos han traído hasta este momento. Desde la profundidad de nuestras memorias nos constituimos como un país plural, inspirados en las luchas del pasado, en la resistencia de los pueblos indígenas, en las y los trabajadores, en las luchas por independencia y soberanía, en las defensas por los derechos humanos, en la dignidad de mujeres y disidencias, en la juventud que hizo despertar a Chile.

En este momento histórico vamos juntas las distintas generaciones; siguiendo la senda de nuestros ancestros, cada una con sus aportes, experiencias, saberes y luchas. Nos ha costado llegar a este punto de conversación abierta y llana. Muchos pueblos y muchas voces fueron negadas, aminorando sus lenguas y pensamientos, construyendo lo común desde una homogeneidad que nunca logró valorar la riqueza que proyecta esa diversidad que somos.

Chile y sus pueblos asumen el desafío histórico de edificar un Estado Social de Derechos, Plurinacional y Descentralizado, que articula los anhelos democráticos de todos nuestras memorias, para construir una sociedad más justa comprometida con el desarrollo integral, con los derechos de niñas, niños y jóvenes, con la ampliación democrática que movilizan mujeres y disidencias y con la libre determinación de los pueblos indígenas y su vinculación con la madre tierra.

Así este nuevo Estado emerge respetando la dignidad de los seres humanos y la naturaleza, donde seamos socialmente iguales y humanamente diferentes, promoviendo la justicia social dirigida hacia la construcción de un buen vivir que asegure el acceso al agua, la tierra, al trabajo, la educación, la salud y la vida en dignidad.

Nos convoca sentar las bases de una sociedad justa, equitativa, solidaria, participativa, libre, que promueva una cultura de paz y diálogo, con irrestricto respeto a los Derechos Humanos, la diversidad cultural y de lenguas en un Estado democrático, plurinacional, intercultural, paritario, regional, descentralizado con autonomías, que garantice la libre determinación de los pueblos.

Con este paso histórico comienza un nuevo ciclo para nuestro país y para nuestros territorios. Ahora bien, la magna tarea continúa y nos convoca a todas y todos, que los diálogos y encuentros plurales sean cálidos, fecundos y respetuosos.

Ejerciendo el poder soberano constituyente, representado en la Convención Constitucional, decretamos la siguiente:

Constitución política del Estado“.

Autores: Raúl Celis, Patricia Labra, Luis Mayol, Paulina Veloso, Roberto Vega, Luciano Silva, Cristian Mockeberg, Angélica Tepper, Manuel Ossandón y Álvaro Jofré.

“Nosotros, chilenos de los más diversos orígenes personales y culturales, en reconocimiento de dicha diversidad y de la radical igualdad en dignidad y derechos, y en respeto de los Tratados Internacionales vinculantes para nuestro país y con el objeto de continuar construyendo una comunidad respetuosa de la persona, protectora de los frágiles y promotora de la unidad, adoptamos la siguiente Constitución”.

Autores: Francisca Arauna, Dayana González, Camila Zárate, Francisco Caamaño, Daniel Bravo, Loreto Vallejos, Natalia Henríquez, Adriana Ampuero, Ingrid Villena, Fernando Salinas y Cesar Uribe.

Somos naturaleza. Siempre lo hemos sido, aunque por mucho tiempo nos sentimos separadas y separados de ella, observándola desde la distancia. Era solo un río, un bosque, un pájaro, una nube. La estudiábamos, la medíamos, la usábamos. Ella y nosotres. Hoy somos uno, el agua, el aire y la tierra nos integran en una relación indisoluble e interdependiente.

Somos historia, que canaliza nuestras experiencias, tradiciones, dolores y alegrías. Los tiempos de ahora, a partir de la gesta de octubre, nos invitan a reconocernos iguales en la diversidad, a trascendernos, a ser por primera vez conscientes de la hegemonía que nunca fue nuestra. Ahora somos lo que hemos decidido ser.

Somos territorios, habitando en comunidad, ya sea en el campo o en la ciudad, tejiendo nuestras vidas con nuestros propios anhelos.

Somos distintos pueblos y naciones, hemos comenzado a reconocernos en un mismo país, a sanar las heridas del pasado y construir un mañana donde nuestras niñas y niños ya no estarán atados a los prejuicios y a la separación.

Somos humanes, construyendo nuestros destinos, con distintas miradas, sin distinciones de género y creencias, iguales en derechos y dignidad, buscando el justo equilibrio en la complementariedad.

Somos todos, afrontando juntos el presente y mirando con ilusión el futuro.

Somos Chile”.

Autores: Cristina Dorador, Manuela Royo, Alvin Saldaña, Jannis Meneses, Alondra Carillo, Carolina Vilches, Bastián Labbé, Elisa Giustinianovic, María Elisa Quinteros y Vanesa Hoppe.

“La Constitución reconoce la relación indisoluble del ser humano con la naturaleza, la vulnerabilidad climática, el deber de respetar los ciclos naturales de la vida y los principios de solidaridad, responsabilidad y justicia ambiental, para con las generaciones presentes y futuras.

El Estado y sus agencias, las regiones y los gobiernos locales deberán garantizar modelos sustentables de desarrollo, con enfoque ecosistémico y respetuosos de la diversidad cultural de comunidades y naciones.

El Estado, además, deberá resguardar y garantizar la dignidad y el bienestar humano de todas las personas, a través de la mejora de la calidad de vida, garantizada por la implementación de derechos sociales, económicos y culturales con equidad social, igualdad de oportunidades y la distribución equitativa de las ganancias del desarrollo, con especial atención a grupos vulnerables.

A nivel territorial, se deberá promover el desarrollo colectivo, comunitario y equitativo de todos los territorios, permitiendo la mayor articulación entre los actores locales. Y la toma de decisiones deberá fundarse en la ciencia y los conocimientos locales, impulsando la tecnología y la innovación como elementos imprescindibles para el desarrollo social, ambiental y económico en todos sus niveles, promoviendo una economía ética y circular.

El cambio climático deberá ser enfrentado con medidas de mitigación y adaptación, que prioricen las soluciones basadas en la naturaleza, el equilibrio ecosistémico y la protección de la biodiversidad.

Los ecosistemas de los territorios del país merecen una especial protección incluyendo su biodiversidad y sus usos ancestrales, lo que implica un deber del Estado de custodiarles. A efectos de asegurar la no regresión, estos objetivos deberán ser integrados en las diferentes políticas e incentivos de ámbito sectorial y fiscal; y deberán ser considerados expresamente, en los fundamentos de las decisiones, elaborando políticas públicas de largo plazo, que considere estrategias, planes y programas que permitan asegurar esta protección de manera progresiva. Esta protección deberá estar enfocada en la protección de la salud, la prevención de sus daños a nivel poblacional y el bienestar y calidad de vida de las comunidades junto al equilibrio ecosistémico de todos los territorios del país, teniendo como objetivo principal propiciar la información necesaria para asegurar la protección de los derechos humanos y de la naturaleza.

El Estado promueve la enseñanza y el desarrollo del conocimiento científico, los saberes y las prácticas locales, a través de una educación territorial con pertinencia local. Junto con ello, promueve la participación intersectorial equitativa de las comunidades y la gestión e incorporación de elementos territoriales, ambientales y culturales, para estimular conocimientos y competencias genéricas, contribuyendo al reconocimiento y puesta en valor de sus laboratorios naturales, su gente y sus potencialidades, y la colaboración para el buen vivir”.

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