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transgenicos1La entidad ChileBio, que reúne a empresas desarrolladoras de biotecnología, hizo pública esta semana la noticia de un estudio de los científicos chilenos Dr. Miguel Ángel Sánchez (director ejecutivo de ChileBio) y Dr. Gabriel León (director del Centro para la Ciencia de la Universidad Andrés Bello) , que concluye que la falta de regulaciones claras conduce a los agricultores chilenos a no utilizar los cultivos transgénicos y a que el país se encuentre en una situación contradictoria frente a este tema.

Se trata de un estudio sobre el mercado, la regulación y la investigación de los cultivos transgénicos en Chile publicado en la última edición de la revista científica internacional  New Biotechnology.

Si bien el artículo no tiene nada de nuevo, puesto que se refiere a la regulación existente en el país que permite producir solo semillas transgénicas para la exportación, realizar siembras para investigación científica -que según el artículo ya han significado una inversión fiscal de 16 millones de dólares- pero no utilizarla para cultivos que se consumen en el país, levanta un tema que Chile viene postergando desde los años 2000, que es definirse si incorpora o no la producción de transgénicos.

Las afirmaciones de los científicos pro transgénicos en el sentido de que la ley chilena es mala, es compartida por los agricultores, según pudimos constatar con el presidente de la Asociación Ñuble, Alfredo Wahling, y el titular de la Federación Nacional de la Carne, Carlos González Mufdi, en tanto que los opositores más fuertes a la producción transgénica, los orgánicos, según informó el presidente de Bío Bío Orgánico, Guillermo Riveros, también consideran la legislación de insuficiente e imperfecta y se debe abordar.

Si bien los motivos de estos tres sectores son diferentes, ya que los pro trangénicos alegan que se están perdiendo oportunidades productivas, como afirman los autores de la investigación: “las universidades y otras instituciones vinculadas a la investigación en esta área, como el INIA (el cual depende del Ministerio de Agricultura), han hecho importantes contribuciones en esta materia e incluso han desarrollado nuevas variedades que podrían resolver algunos problemas de la agricultura nacional, como cultivos resistentes a hongos, tolerantes a la sequía o a la salinidad del suelo”, pero que estos aportes “no están siendo aprovechados por los agricultores chilenos, y tampoco pueden optar a ellos, debido al vacío regulatorio que existe y a la falta de voluntad política para resolver esta situación”.

AGRICULTORES CONVENCIONALES
Los agricultores centran su preocupación en un aspecto de competencia desleal. Alfredo Wahling señala que tenemos grandes países vecinos que ya han incorporado esta tecnología, que está permitido importar productos de origen transgénico, pero que los productores no pueden usar de las ventajas competitivas que esto podría significar.

A nivel local, incluso, no hay una idea clara si es mejor permitir o prohibir la producción de vegetales genéticamente modificados, ya que estiman que también podría ser una ventaja competititiva el cerrarse a esta tecnología, en el conocimiento que hay mercados dispuestos a pagar más por productos no transgénicos. “Pero esto en el país no se refleja al menos para los agricultores convencionales en precio, ya que los granos transgénicos que se producen en el país no se pagan mejor que todo el grano que se importa que yo diría es más de 80% de origen transgénico. Creemos que los productores de cerdos y pollos, deberían pagar un diferencial por nuestra producción ya que pueden así certificar que sus productos cárneos de exportación, no contienen transgénicos”.

Carlos González Mufdi, representante de los ganaderos de Chile, cree que que ya es demasiado tiempo sin definiciones y que sería bueno que el país se enfocara en un debate y diera corte a este asunto. Sus argumentos son similares a los de Wahling: no producir transgénicos no beneficia directamente al agricultor, y deben competir con sus pares de otras naciones, en cultivos como maíz y otros proteicos, donde tienen ventajas productivas.

“También hay que considerar que el cambio climático es un efecto que ya está presente y que para el país es necesario producir cultivos más eficientes en el uso del agua y resistentes a las nuevas condiciones que se están presentando en la zona”, concluye González.

Orgánicos

Los orgánicos, comenta Guillermo Riveros, también están claros en que se debe legislar en el tema orgánico, y están dispuestos a ciertas concesiones y esperan lo mismo de los pro transgénicos: “Se ha hablado de zonas libres de transgénicos y de otras alternativas de convivencia, que si bien no son positivas para los productores orgánicos, se requiere de un trazado de cancha claro”.

A juicio de Riveros, la acción que hace ChileBio es una campaña para que el país se defina a favor de los transgénicos durante el actual Gobierno. “Con la situación como está, todo es favorable para ellos, ya que se está trabajando sobre hechos consumados”.

El productor que dirige una de las organizaciones productivas que más se oponen a la modificación genética de los alimentos cree que para su sector es mejor participar en el debate nacional que exige este tema, y exigir consideración para su concepto de producción en una lógica del que “llegó primero”, en tanto que la nueva tecnología genética está invadiendo terrenos nuevos.

Uno de los aspectos que no están dispuestos a transar los orgánicos, es que se entregue información completa de la tecnología que se usa para la producción de alimentos en los rótulos, es decir indicar si son de origen transgénico, que es una bandera mundial de los opositores a los OGM.

Pese a que el tema ha sido tratado con distinta intensidad por los últimos gobiernos, hasta aquí se ha optado por una situación cómoda de ir tirando el tema hacia adelante, lo que nos ha llevado a la actual situación.

Fuente: La Discusión

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